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lunes, 26 de abril de 2021

Sketch de The Walking Dead El Extranjero, por Marcos Martín


Difícilmente se puede estar más satisfecho con un sketch. Soy un gran seguidor de The Walking Dead. Tanto en su versión original de cómic como en las distintas series televisivas. Por eso, conseguir un dibujo centrado en este terrorífico universo creado por Robert Kirkman es algo genial. La Librería Universal anunció hace unos días que Marcos Martín se iba a pasar por allí a firmar algunos cómics. El autor acaba de publicar el spin-off titulado El Extranjero. Ambientado en una Barcelona llena de muertos vivientes. Los ejemplares dedicados se podían conseguir a través de la web del comercio. Podías escoger entre comprar la versión normal o la especial, apaisada y con algún contenido extra. Mejor no comento mi opinión sobre la primera. Baste decir que el cómic se pensó para ser leído en las tablets, esto es en horizontal. Podéis imaginar la escabechina que se ha hecho para adaptarlo al otro formato. Afortunadamente, compré el formato especial. Grandísima decisión. Menos mal. Nada más llegar a casa abrí su primera página con toda la ilusión del mundo. Allí encontré este magnífico sketch de una mujer zombie. Es fabuloso. Además he visto unos cuantos de los dibujos realizados por el autor y todos, absolutamente todos, eran distintos. Se agradece el sobre esfuerzo realizado por el artista. Se ve que ha querido agradar al máximo a los aficionados. Lo ha conseguido. Todo el mundo con el que he hablado está contentísimo. Por cierto, mi sketch es el único femenino que he visto hasta ahora. Seguro que habrá más.

sábado, 17 de noviembre de 2018

Sketch de Robin, por Marcos Martín

Una vez conseguido mi sketch de Iñaki Holgado había cubierto todos mis objetivos del Domingo. Como veis no eran muchos. Pero había programada una nueva sesión de firmas de Marcos Martín. Yo había ido pronto a la Kultur Etxea para conseguir un buen turno. Lo adelanté en el anterior post; pero no conté todo. Cuando salió el chico encargado de repartirlos preguntó si había alguien allí de los damnificados por la promesa incumplida por la Organización y que todavía no hubiera conseguido dibujo. La intención era darles los primeros puestos. Lo cierto es que no había ninguno y en mi caso ya había conseguido un sketch en la segunda sesión de firmas. Al final, logré, creo recordar, la tercera posición. Tras hacer algo de tiempo, regresé para ocupar mi sitio. Llegó el autor y se sentó en la mesa para comenzar las dedicatorias. Me pareció escucharle que le decía al que tenía delante que ya había estado ayer. Tras él llegó mi turno. A ti también te conozco de ayer, me dijo. Yo le reconocí que sí. Francamente me sorprendió bastante el reproche. En todos los salones que he estado solemos estar los mismos prácticamente en todas las colas y lo de repetir autor es, sinceramente, algo tan normal y habitual como que llueva en Bilbao. De hecho si echaba la vista atrás el noventa por ciento de las caras era conocida. De todos modos, respeto el enfado del artista. Es entendible. Lo habitual no es siempre lo correcto. De haberlo sabido antes no hubiera madrugado para acudir a esa sesión de firmas. Por si fuera poco, le entregué un ejemplar de Robin Año Uno. Nada más cogerlo, Marcos me dijo que este se lo tenía que haber pasado a Javier Pulido. Yo no entendía nada. Pensé incluso que me había equivocado de cómic; pero recordé que su nombre aparece en los créditos del mismo. Hice dos páginas, me contestó. Yo tuve la tentación entonces de meterme debajo de la mesa y no salir en todo el Domingo. En mi edición del Robin Año Uno no se aclaraba lo realizado por cada uno de los autores y yo siempre había pensado que cada uno de ellos habría completado la mitad del cómic. Normal. Así que me resultaba imposible distinguir donde acababa uno y empezaba el otro. Qué estúpido no haber traído los cómics de Marcos de Spider-man que dejé en casa. A pesar de todo, me dedicó el cómic con un bonito Robin. Salí de la fila con un sabor superamargo. Me consta además que posteriormente el artista se quejó a la Organización por el tema de la repetición en las colas. Y parece que se van a tomar cartas en el asunto para el año que viene. Getxo me da la impresión de que sería pionera en ello. Y no me parece mal. Aunque antes creo que debería meterse mano a la gente que le pide al artista dos o tres dibujos en el mismo turno. Eso se da en cada sesión de firmas y pocas veces se le pone freno. Es más yo denuncié esto en una ocasión en este Salón y lo que me llevé es un rapapolvo de Laureano de Astiberri. No lo entiendo. Menos, cuando minutos antes había anunciado un dibujo por persona. Por cierto, que en mi defensa diré que es cierto que yo conseguí dos sketches de Marcos; pero uno de ellos lo logré en un stand totalmente ajeno a la Organización. También diré que si hubiera conocido antes la incomodidad del artista me hubiera ahorrado la cola. En cualquier caso, mis disculpas para Marcos.


lunes, 12 de noviembre de 2018

Sketch de The Private Eye, por Marcos Martín

Y llegamos a otro de esos momentos complicados de este año en el Salón del Cómic de Getxo. La segunda sesión de firmas oficial de la mañana. Protagonizada por Marcos Martín, Javier Pulido, Javier Rodríguez y Natacha Bustos. Mis objetivos eran Marcos y Rodríguez. Pero sabía que me tendría que conformar con uno de ellos. Como ya comenté en mi anterior post, muchas de las personas que visitaron la localidad vizcaína de fuera de nuestras fronteras habían renunciado a la anterior cita de firmas para situarse adecuadamente los primeros en esta cola. Tras conseguir mi sketch de Camille Jourdy subí las escaleras para recoger mi ticket. Tenía dos opciones o el número 17 para Rodríguez o el 19 para Marcos. Dado que mi interés principal estaba en el segundo me decanté por la cifra más alta. Todavía había algo de tiempo así que decidí pasearme entre los stands de la carpa. Allí me encontré con un aficionado de Asturias. Sin dudarlo, me comentó que tenía tres tickets. Yo no daba crédito a lo que escuchaba. Poco después descubrí que la mayoría habían conseguido múltiples números saltándose la norma y engañando a la organización. Por lo visto cogían un ticket y volvían a la cola  y como el que repartía no les conocía ni se percató de que estaban repitiendo. Algo decepcionado por lo que estaba oyendo volví a la Kultur Etxea para intentar conseguir mi sketch de Marcos. Me situé en la cola y esperé. Desde la organización se informó que iba a dedicar hasta el número 25. Algo que se agradece para no esperar para nada. Os aseguro que fue muy frustrante observar como había gente que conseguía firmas de Natacha Bustos, Javier Pulido o Javier Rodríguez y posteriormente se situaban delante mío en la fila de Marcos. Como digo había gente con hasta tres tickets saltando de un autor a otro con total impunidad y por si eso no fuera poco los tenía delante en mi fila. Muy indignante. Y aquí no hecho la culpa a la organización. Un error lo comete cualquiera. La culpa es de los aficionados dado que se les había explicado claramente las reglas y se las pasaron por el arco de triunfo. Otra vergüenza. Vuelvo a repetirlo y no me cansaré. No sabemos comportarnos. Cuando uno actúa con semejantes ansias debe reflexionar. Quizás esta maravillosa afición se esté convirtiendo en una obsesión enfermiza que nos hace transformarnos en gente sin escrúpulos. Hay que darle una vuelta. De seguir así vamos a ganarnos a pulso la mala fama que, por lo que estoy viendo últimamente, comenzamos a tener. Lo peor de todo es que llegó la hora del cierre y seguía teniendo cinco personas por delante. La organización se comprometió a mantener el orden en la siguiente sesión de firmas que era por la tarde en el stand de Joker o Astiberri. No recuerdo bien. Tras una hora y media de espera salí de allí con las manos vacías. Me fui a comer con una sensación agridulce. Contento por lo conseguido, un sketch de Jason Lutes y otro de Camille Jourdy, pero decepcionado por lo que había visto. Dado que no me fiaba un pelo, volví a la carpa temprano para hacer cola antes de su apertura. Para entonces ya había bastante gente por allí. Comenté como había terminado la sesión de Marcos y el tema de que se iba a mantener la fila. Algo que no gustó mucho a los que allí aguardaban. Me alegré de haber ido temprano dado que en ese momento detecté que era muy probable que no se mantuviera la promesa. Una vez abierta la carpa me dirigí al punto de firmas de Marcos. Antes le pregunté al responsable del stand si se iba a mantener lo dicho por la mañana y me contestó que no sabía nada del tema. Nadie se había puesto en contacto con ellos. Además no tenían nada que ver con la organización del Salón. Visto el percal me situé en la cola. Curiosamente terminé en quinta posición. La misma que me hubiera correspondido si se hubiera mantenido lo dicho. Cuando llegó la gente de la fila de la mañana y vieron que no se mantenía la palabra comenzaron los gestos de indignación ante el stand. Quejas, quejas y más quejas. No digo que no tuvieran razón. De hecho yo era uno de los afectados. Pero era evidente que no había nada que hacer y dábamos una imagen de nuevo lamentable. Llegaron los artistas, en este caso Marcos y Rodríguez, y comenzaron a dedicar cómics. Hubo quien incluso les interrumpió mientras firmaban para quejarse ante ellos y pedirles un favor especial. En principio, les escuché comentar que les atenderían en una cafetería posteriormente. Algo que desconozco si ocurrió. En cualquier caso, fue una imagen como mínimo triste. La sesión de firmas estuvo plagada de malas caras y malos gestos que, según se comenta, ha llevado a los responsables de ese stand a replantearse el traer autores del mundo de superhéroes para el año que viene. Visto el ambiente incómodo que se vivió allí. Tenemos lo que nos buscamos. Lo repito una vez más, lamentable. Es cierto que hubo un error de organización al hacer una promesa que no podían cumplir. Al menos en ese momento. Pero a estas alturas deberíamos ser más listos. Si algo quieres debes peleártelo con uñas y dientes sin fiarte de promesas que normalmente, a estas alturas de la vida y por nuestra experiencia, todos sabemos que pueden no hacerse realidad. Pero vuelvo a lo mío. Una vez llegó mi turno le pasé a Marcos mi copia de The Private Eye. Justo en ese instante el responsable del stand me preguntó qué número tenía yo. El cinco, le contesté. Me imaginaba lo siguiente. Le metió prisa al autor dado que la cola era bastante extensa. Vaya suerte la mía. Ja, ja, ja. Suele pasar. A pesar de todo el artista me dedicó un sketch fantástico en el cómic y salí muy satisfecho.