Y toca posar nuestra mirada en el último Salón del Cómic de Getxo. Un certamen que fue todo un éxito; pero que sigue adoleciendo del mismo problema de los últimos Años. La prácticamente ausencia de autores internacionales. Que este Año fue total. Cero. De hecho, desde la pandemia, llevamos tres ediciones y tan solo se ha pasado por allí Emilé Bravo. Se trata pues de un problema que se está enquistando y al que se le debería buscar una solución. Quizás, volver a contar con Raúl Sastre en esas tareas sería una buena idea. Desde el Salón en el que trajeron a Chris Claremont, Getxo ha ido cuesta abajo y sin frenos en ese sentido. En el resto va como un tiro. Es un Salón del Cómic que se centra en el cómic y no se pierde en mandangas paralelas. Algo a lo que se están acostumbrando en exceso en otros lugares. Y la ausencia de nombres internacionales afortunadamente se cubre con un buen nivel de autores nacionales. Por tanto, sigue contando, pese a su gran defecto, con un gran atractivo. Al menos para los locales. Dado que no logra atraer en una proporción destacable de gente de fuera. Algo que sí ocurría antes. Pero, bueno...eso es positivo para los locales. Menos agobios y más posibilidades. Así que, como decía, se puede disfrutar a tope. Que es lo que he hecho. Pero empecemos desde el principio. Como siempre, las mañanas del Viernes están vírgenes de sesiones de firmas y charlas. Es el mejor momento para pasearse tranquilo por los stands y descubrir los cómics que más nos puedan interesar. Afortunadamente, hay autores fijos en algunos puestos con lo que no está libre de firmas. Ese fue mi objetivo principal. Hacerme con las rúbricas de estos para aliviar el peso de cara a la tarde. Antes, un pequeño inciso. Cuando estuve en Pamplona, se celebraba allí una Feria del Libro. Allí encontré un cómic titulado Gari Folch firmado por Joan Mundet. Yo sabía que este era uno de los artistas que venía a Getxo así que lo compré a muy buen precio. Ese fue el primer cómic que saqué de mi bolsa en el Salón. Me acerqué al stand donde se encontraba el autor y se lo pasé. Él se quedó un momento mirándolo. Parece que le sorprendió. Y me señaló a una colección de cómics que tenía delante. Uno de los tres era precisamente Gari Folch. Yo no acababa de entender...Me dio la sensación que me estaba pidiendo que comprara otro de la colección. Entonces me habló y se explicó todo. Me comentó que el cómic que le llevaba era de una edición anterior bastante chapucera en la que que habían "olvidado" varias páginas, como siete o así. Yo me quedé alucinado. Pero entonces ¿no se entiende la historia?, le pregunté. Sí, sí que se entiende, me contestó. El problema es que se cargaron sin contar conmigo una historia secundaria del tebeo. De pronto, se levantó de la silla y cogió uno de los ejemplares de la nueva edición. Vamos a hacer una cosa, comentó Joan, te regalo este para que los puedas comparar y te lo firmo. El autor muy amablemente cogió uno de los cómics y comenzó a firmármelo con este fantástico sketch. El Salón había comenzado de un modo bastante extraño pero muy positivo.
