Desde hace un tiempo, me aparecen en Tik Tok vídeos de artistas haciendo caricaturas a la gente. Por sus rasgos y los de los clientes, intuyo que puedan estar ubicados en Hawai o quizás en algún país oriental. La verdad es que me asombra la creatividad de estas personas. Ello despertó en mi algo que nunca antes había sentido. El interés porque alguien me hiciera una caricatura. Pues bien, resulta que en el periódico El Correo, el más leído en Bizkaia, apareció un artículo en el que se hablaba de Enrique Alzugaray. Un artista callejero uruguayo que los Veranos sale de Mallorca para pasar un par de Meses en Bilbao dedicándose a hacer miniaturas de todo el que lo desee. Su ubicación habitual, los alrededores del Museo Guggenheim. Normalmente la zona junto a la Ría. El Martes precisamente di un paseo por esa zona y me propuse encontrarlo. De pronto, lo descubrí. Ahí estaba. Era la primera vez que me fijaba en su existencia. Seguro que habré pasado junto a él cientos de veces y ni tan siquiera me percaté. Era mi oportunidad. Me acerqué le pedí una caricatura. Me pidió que me sentara y que mirara hacia un trípode que tenía colocado. En cinco minutos completó la caricatura. Debo decir que me reconozco en cada uno de los rasgos que aparecen en la misma. Me parece magnífica. Qué capacidad para fijarse en todos los detalles y exagerarlos hasta el límite. Me ha encantado. Y sale bien económico. Tan solo diez euros. Quince si es una pareja. No me arrepiento lo más mínimo. Confieso que a mi madre no le ha gustado nada; pero es que ella quiere ver a su hijo siempre guapo y eso no puede ser. Ja, ja, ja. Por contra a mi mujer le encanta. Le pasa como a mí. Me reconoce en el dibujo a la perfección. Muy grande, Enrique.
