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lunes, 12 de noviembre de 2018
Sketch de The Private Eye, por Marcos Martín
Y llegamos a otro de esos momentos complicados de este año en el Salón del Cómic de Getxo. La segunda sesión de firmas oficial de la mañana. Protagonizada por Marcos Martín, Javier Pulido, Javier Rodríguez y Natacha Bustos. Mis objetivos eran Marcos y Rodríguez. Pero sabía que me tendría que conformar con uno de ellos. Como ya comenté en mi anterior post, muchas de las personas que visitaron la localidad vizcaína de fuera de nuestras fronteras habían renunciado a la anterior cita de firmas para situarse adecuadamente los primeros en esta cola. Tras conseguir mi sketch de Camille Jourdy subí las escaleras para recoger mi ticket. Tenía dos opciones o el número 17 para Rodríguez o el 19 para Marcos. Dado que mi interés principal estaba en el segundo me decanté por la cifra más alta. Todavía había algo de tiempo así que decidí pasearme entre los stands de la carpa. Allí me encontré con un aficionado de Asturias. Sin dudarlo, me comentó que tenía tres tickets. Yo no daba crédito a lo que escuchaba. Poco después descubrí que la mayoría habían conseguido múltiples números saltándose la norma y engañando a la organización. Por lo visto cogían un ticket y volvían a la cola y como el que repartía no les conocía ni se percató de que estaban repitiendo. Algo decepcionado por lo que estaba oyendo volví a la Kultur Etxea para intentar conseguir mi sketch de Marcos. Me situé en la cola y esperé. Desde la organización se informó que iba a dedicar hasta el número 25. Algo que se agradece para no esperar para nada. Os aseguro que fue muy frustrante observar como había gente que conseguía firmas de Natacha Bustos, Javier Pulido o Javier Rodríguez y posteriormente se situaban delante mío en la fila de Marcos. Como digo había gente con hasta tres tickets saltando de un autor a otro con total impunidad y por si eso no fuera poco los tenía delante en mi fila. Muy indignante. Y aquí no hecho la culpa a la organización. Un error lo comete cualquiera. La culpa es de los aficionados dado que se les había explicado claramente las reglas y se las pasaron por el arco de triunfo. Otra vergüenza. Vuelvo a repetirlo y no me cansaré. No sabemos comportarnos. Cuando uno actúa con semejantes ansias debe reflexionar. Quizás esta maravillosa afición se esté convirtiendo en una obsesión enfermiza que nos hace transformarnos en gente sin escrúpulos. Hay que darle una vuelta. De seguir así vamos a ganarnos a pulso la mala fama que, por lo que estoy viendo últimamente, comenzamos a tener. Lo peor de todo es que llegó la hora del cierre y seguía teniendo cinco personas por delante. La organización se comprometió a mantener el orden en la siguiente sesión de firmas que era por la tarde en el stand de Joker o Astiberri. No recuerdo bien. Tras una hora y media de espera salí de allí con las manos vacías. Me fui a comer con una sensación agridulce. Contento por lo conseguido, un sketch de Jason Lutes y otro de Camille Jourdy, pero decepcionado por lo que había visto. Dado que no me fiaba un pelo, volví a la carpa temprano para hacer cola antes de su apertura. Para entonces ya había bastante gente por allí. Comenté como había terminado la sesión de Marcos y el tema de que se iba a mantener la fila. Algo que no gustó mucho a los que allí aguardaban. Me alegré de haber ido temprano dado que en ese momento detecté que era muy probable que no se mantuviera la promesa. Una vez abierta la carpa me dirigí al punto de firmas de Marcos. Antes le pregunté al responsable del stand si se iba a mantener lo dicho por la mañana y me contestó que no sabía nada del tema. Nadie se había puesto en contacto con ellos. Además no tenían nada que ver con la organización del Salón. Visto el percal me situé en la cola. Curiosamente terminé en quinta posición. La misma que me hubiera correspondido si se hubiera mantenido lo dicho. Cuando llegó la gente de la fila de la mañana y vieron que no se mantenía la palabra comenzaron los gestos de indignación ante el stand. Quejas, quejas y más quejas. No digo que no tuvieran razón. De hecho yo era uno de los afectados. Pero era evidente que no había nada que hacer y dábamos una imagen de nuevo lamentable. Llegaron los artistas, en este caso Marcos y Rodríguez, y comenzaron a dedicar cómics. Hubo quien incluso les interrumpió mientras firmaban para quejarse ante ellos y pedirles un favor especial. En principio, les escuché comentar que les atenderían en una cafetería posteriormente. Algo que desconozco si ocurrió. En cualquier caso, fue una imagen como mínimo triste. La sesión de firmas estuvo plagada de malas caras y malos gestos que, según se comenta, ha llevado a los responsables de ese stand a replantearse el traer autores del mundo de superhéroes para el año que viene. Visto el ambiente incómodo que se vivió allí. Tenemos lo que nos buscamos. Lo repito una vez más, lamentable. Es cierto que hubo un error de organización al hacer una promesa que no podían cumplir. Al menos en ese momento. Pero a estas alturas deberíamos ser más listos. Si algo quieres debes peleártelo con uñas y dientes sin fiarte de promesas que normalmente, a estas alturas de la vida y por nuestra experiencia, todos sabemos que pueden no hacerse realidad. Pero vuelvo a lo mío. Una vez llegó mi turno le pasé a Marcos mi copia de The Private Eye. Justo en ese instante el responsable del stand me preguntó qué número tenía yo. El cinco, le contesté. Me imaginaba lo siguiente. Le metió prisa al autor dado que la cola era bastante extensa. Vaya suerte la mía. Ja, ja, ja. Suele pasar. A pesar de todo el artista me dedicó un sketch fantástico en el cómic y salí muy satisfecho.
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