Este pasado Mes de Septiembre se ha celebrado en Pamplona el Salón del Cómic de Navarra. Sin duda, un evento diferente al resto. En vez de celebrarse durante un fin de semana se extiende durante todo el Mes. Eso hace que sea un certamen bastante local. Una de esas semanas coincidían en la ciudad Anabel Colazo, autora del cartel, y Jaime Martín. Los dos autores me interesan mucho lo que me animó a trasladarme a Pamplona. Hay que tener en cuenta que mi hermana vive allí. Lo que me da cierta ventaja. El Jueves era el día de Anabel. Me acerqué a la sesión de firmas que se celebraba en un comercio de libros infantiles. Estaba todo demasiado tranquilo. Pregunté y me llevé una enorme sorpresa al descubrir que la artista había enfermado y que había suspendido el viaje. Según me comentaron, la organización había informado del contratiempo; pero yo no me enteré. Cosas que pasan...El Día siguiente era el de Jaime Martín. En esta ocasión, el evento tuvo lugar en la tienda de cómics TBO. Qué de recuerdos de mis Veranos de jovencito comprando cómics allí. Qué nostalgia. Cuarenta minutos antes me acerqué a la tienda. Ya estaban esperando tres aficionados. Con el paso de los minutos fueron llegando más. Cuando apareció por allí el autor se sorprendió al ver la cola. Pero lo peor fue cuando le comentó el dueño de la tienda que tenía varios tomos encargados en el mostrador. Esos me los llevaré al Hotel, contestó Jaime. La verdad es que es supermajo. Un artista siempre agradable y atento con quien le pide una firma. Y, además, muy humilde. Da gusto gente así. Cuando llegó el turno del chico que estaba delante mío le pasó un cómic. Le dijo que era para un amigo que no podía venir y que luego le daba el suyo. Jaime se quedó un poco sin saber qué hacer. Dijo que no sabía cuales eran las normas de la firma. Que, quizás fuera un cómic por persona, y que si quería otro tendría que volver a hacer la cola. Algo que considero hubiera sido lo lógico. Sea como fuere le firmó los dos sin repetir la cola. Es cierto que Jaime no puso mayor pega; pero, por parte de los aficionados, debería haber un respeto para la gente que está esperando detrás. Del resto nos olvidamos con demasiada facilidad. Es una cuestión de educación. Más cuando el artista tan solo tenía una hora para la sesión. Son cosas que considero se deberían controlar más por parte de la organización de los Salones. Muchas veces todo queda en manos de los autores. Poniéndoles en una situación incómoda. Y, claro, eso no está bien. Y, lo repito, debería controlarse no solo por respeto al autor. También por respeto a toda la gente que hace la cola. Ya lo sé. Soy un llorica. Un llorica que llora en el desierto. Conste que a mí no me afectaba lo más mínimo. Que yo iba el siguiente. Por cierto, Jaime me dedicó el cómic con un sketch espectacular. El viaje valió la pena.
