Los seguidores de este blog, cero según consta en las herramientas, sabéis de lo mucho que me gustan los dibujos de Bea Tormo. Soy muy fan de su estilo. Resulta que ha republicado un fanzine de hace un tiempo que lleva por título Fuera de mi Zona de Confort. Un cuadernillo en el que cuenta su experiencia, la de una persona bastante antisocial, en los salones de cómics. La cuestión es que el cómic no acababa de llegar a casa. Pasaron varias semanas y nada. Me puse en contacto con Bea y me propuso mandarme otro ejemplar. Le pedí esperar otros siete días más a ver si había suerte. Nada. Propuse a la autora aguantar otra semana más pero prefirió mandarme otra copia. Yo, dos días después, bajé a Correos para hacerles saber mi problema. La verdad es que se acababa de jubilar mi cartero habitual, siempre atento y responsable, y quería que supieran que algo no estaba funcionando de forma correcta. Mi sorpresa fue mayúscula cuando en la oficina me informaron que su sustituto, con el que había coincidido un par de veces, había fallecido y que todavía no había llegado la persona que iba a hacer su labor. De ahí que todas las cartas se estuvieran acumulando en una mesa los últimos días. Intentaban sacar las que podían pero les resultaba imposible seguir un ritmo normal. Me quedé muy impactado. De dentro me sacaron dos paquetes. Uno de ellos era el de Bea Tormo. Incluía este genial sketch. Y, por no bajar antes, la artista me había mandado otro ejemplar. Qué vergüenza. El próximo fanzine te lo regalo, dice el personaje del sketch. Ya lo había hecho...
