Este es el relato de un pequeño chasco. El Viernes pasado se celebró en la librería habitual de Bilbao una sesión de firmas de Enrique Fernández. Tuve la suerte de poder ir, algo para lo que tuve que pedir permiso al jefe. Una vez llegué al comercio me abalancé sobre el mostrador en busca de un ejemplar del artbook de Enrique Fernández. Hay que tener en cuenta que soy mecenas de los dos números de Brigada con lo que los tengo firmados y con sketch incluido. Por esa razón me lancé hacia el ejemplar del libro de arte sin más miramientos. Una vez pagado me puse en la cola de Enrique. Estaba terminando un fantástico sketch y por delante de mí tan solo tenía una persona más. Ese tiempo de espera lo aproveché para ojear el artbook y ¡Horror! No tiene ningún espacio en blanco en condiciones donde hacer una dedicatoria. No daba crédito a lo que estaba viendo. Lo comenté en voz alta y Enrique dijo que ya buscaría un sitio donde dibujar. Por supuesto que tiene pequeños espacios en blanco; pero nada comparable a los libros de Brigada. Una vez llegué frente a él me coge el libro y lo abre por la primera página. Me comenta que solo puede hacerme un dibujo a lápiz. Que ese papel no está preparado para acuarela. Seguimos con el desastre. A todo el mundo había realizado dedicatorias con pequeños toques de grises. La verdad, no daba crédito a mi mala suerte. Le pedí un Belzair y me lo dibujó en una esquina. Estaba tan chafado con la situación que incluso a la hora de grabar el proceso de dibujo se me olvidó levantar la cámara para que se viera un poco al autor, como suelo hacer siempre. Es la crónica de una sesión de firmas ruinosa para mí. Que conste que Enrique no tiene la culpa. Eso me pasa por precipitarme. Más me hubiera valido coger una segunda copia de uno de los libros de Brigada. Una pena porque el artbook está muy bien; pero estas cosas hay que cuidarlas. Mal, mal, mal.
Ayer me llegó a casa esta pequeña joya que hace tiempo esperaba. Se trata del segundo volumen de Brigada. Un proyecto de crowdfunding de Enrique Fernández en el que aporté algo de dinero. La verdad es que leer el primer tomo fue toda una delicia y uno ya tenía ganas de más. Además, viene con sketch incluido. Un dibujo, por cierto, de mayor tamaño que el que me correspondió en la primera parte. Ahora mismo estoy feliz de poder continuar las aventuras de este grupo de enanos.
La semana pasada estuve de vacaciones. Nada más llegar a casa tenía un paquete para recoger en Correos. Se trataba del comic Brigada, la última obra de Enrique Fernández. Un trabajo realizado gracias a la aportación económica de un gran número de pequeños financiadores. Crowdfunding, en definitiva. Yo aporté una pequeña cantidad de dinero hace más de un año. A decir verdad ya estábamos advertidos de que el proyecto iba a llevar mucho tiempo. En mi caso algo más y es que Enrique tuvo un problema a la hora de identificar mi pago. Todo debido a un obligado cambio de correo electrónico provocado por la contratación del servicio de internet en mi casa a través de un nuevo operador. Tras resolver la confusión, el comic no ha tardado en llegar y tiene una pinta excelente. Todo un delicatessen del noveno arte. Por cierto, las dos últimas páginas del tomo están dedicadas a los agradecimiento y mi nombre aparece dos veces. Supongo que será porque para lograr el sketch había que realizar un segundo desembolso.
Este es el relato de un pequeño chasco. El Viernes pasado se celebró en la librería habitual de Bilbao una sesión de firmas de Enrique Fernández. Tuve la suerte de poder ir, algo para lo que tuve que pedir permiso al jefe. Una vez llegué al comercio me abalancé sobre el mostrador en busca de un ejemplar del artbook de Enrique Fernández. Hay que tener en cuenta que soy mecenas de los dos números de Brigada con lo que los tengo firmados y con sketch incluido. Por esa razón me lancé hacia el ejemplar del libro de arte sin más miramientos. Una vez pagado me puse en la cola de Enrique. Estaba terminando un fantástico sketch y por delante de mí tan solo tenía una persona más. Ese tiempo de espera lo aproveché para ojear el artbook y ¡Horror! No tiene ningún espacio en blanco en condiciones donde hacer una dedicatoria. No daba crédito a lo que estaba viendo. Lo comenté en voz alta y Enrique dijo que ya buscaría un sitio donde dibujar. Por supuesto que tiene pequeños espacios en blanco; pero nada comparable a los libros de Brigada. Una vez llegué frente a él me coge el libro y lo abre por la primera página. Me comenta que solo puede hacerme un dibujo a lápiz. Que ese papel no está preparado para acuarela. Seguimos con el desastre. A todo el mundo había realizado dedicatorias con pequeños toques de grises. La verdad, no daba crédito a mi mala suerte. Le pedí un Belzair y me lo dibujó en una esquina. Estaba tan chafado con la situación que incluso a la hora de grabar el proceso de dibujo se me olvidó levantar la cámara para que se viera un poco al autor, como suelo hacer siempre. Es la crónica de una sesión de firmas ruinosa para mí. Que conste que Enrique no tiene la culpa. Eso me pasa por precipitarme. Más me hubiera valido coger una segunda copia de uno de los libros de Brigada. Una pena porque el artbook está muy bien; pero estas cosas hay que cuidarlas. Mal, mal, mal.
